domingo

La dulce Virgilia

Había llovido todo el día. Virgilia salió de su habitación dejando algunos libros sobre la cama. Sentía un frío húmedo que la rodeaba cuando leía, algo que se hacía incómodo en noches especialmente oscuras.

La lluvia dio paso a la niebla al atardecer. Cuando volvió a su dormitorio y se sentó para seguir leyendo, le pareció que su almohada se hinc
haba a intervalos regulares. Escuchó atentamente y oyó a su espalda un sonido lejano de juncos y agua.


Al darse la vuelta, en el lugar de su almohada, un sapo gigante dormía plácidamente.

El gran sapo abrió un ojo vidrioso y bostezó con lentitud abriendo una enorme boca que partía su cabeza en dos. Virgilia vió dentro del sapo abrirse el cielo sobre su ciudad; una corriente de agua bajaba por las calles y se filtraba en los desagües; en el puerto, la mar embravecida agitaba los barcos. El sapo cerró la boca despacio, miró a Virgilia y volvió a dormir.


Cuando el sapo se despertó bostezando, encontró la cabeza rojiza de Virgilia mirando inclinada dentro de su boca y, antes de que ninguno de los dos se diera cuenta, se la tragó. Llovía. Virgilia había dejado la ventana abierta sobre la cama. Una corriente de agua bajaba por las calles y se colaba por los desagües; en el puerto, el mar mecía los barcos.

Dibujos de Manuel Ca

jueves

Escarpada en la luna




Escarpada prístina alunizada imagen
detenida sin zapatos de tacón
ahora que comienza junio
y hay días largos
mientras atardece
y se va desnudando
el corazón
colgada en un pentagrama sentimental
se suceden y se eternizan
instantes arañados
en un tiempo irrepetible y duradero
tan hermoso y sincero
como sólo un pintalabios podría explicar.


¡Que salga guapa la novia!

- Que no manué, no pues ir pa la igresia vestío de dama d'honó
- ¡¡Que sí, máma!! Que quiero ir como la pili...
- Mira manué, no me deh el día, quejque no tiés medía...
- Quiero ir como la pili, máma, mi traje es aburrío
- Tu traje eh como tié que ser, tanta tontería ya...
- Si no me deja ponerme como la pili te juro...
- Tu qué vas a jurar, alma de pollo...
- ¡Yo no tengo alma de pollo!
- Mira manué...
- ¡¡Si yo tengo alma de pollo tú tienes patas de gallo!!Fotografía de Elena Rosa

La madriguera

... si me preguntaran cómo he llegado hasta aquí, no podría decirlo. Desperté en el fondo más oscuro de una madriguera, embarrada y herida, sin saber todavía si me faltaba alguna pierna o algún brazo. Me arrastré por los túneles que quizá yo misma había cavado. Me abrí paso por pasadizos infinitos y me di cuenta de que yo no podía haberlo hecho. No recordaba nada, pero era evidente que yo no había construido aquella inmensa galería. Cuando me di cuenta de que parecía la obra de un gran animal, empecé a sentir miedo, pero no dejé que el pánico me doblara la voluntad.
Entonces me di cuenta de que no había final. De algún modo, la madriguera era sencillamente un laberinto sin salida. Pataleé contra los muros de barro y arañé la pared durante tanto tiempo que dejé de sentir las manos. Pasé horas, quizá días, sentada, dejando que la oscuridad me consumiera y después volví a arañar el muro, furiosa, calmada, triste, desesperada, hilarante... Entonces, un trozo de pared se desplomó hacia el otro lado del muro, la luz me hizo daño en los ojos, pero no dejé de mirarla hasta que me convencí de que podía salir de allí....